Joas toma una oferta especial para reparar el Templo de Jerusalén



Cierra los ojos e imagina que eres un guardia en el palacio de mármol del rey. Al deambular por los pasillos del palacio, ves a un niño pequeño con la túnica real de su padre: un satén morado y fresco con puños de visón blanco que cuelgan casi hasta las rodillas del niño. Su corona de oro se asienta torcidamente sobre su cabeza. Este también era de su padre. Y sin embargo, él es el rey, por lo que nadie se atreve a reírse de él. A su lado camina su tío Joiada, el sumo sacerdote del Templo. Joiada es como un padre para el rey Joás, y puedes sentir su cercanía en el apretón de sus manos cuando se acercan al trono vacío, donde ayer mismo el niño se sentó por primera vez. 

Han venido del famoso Templo de Jerusalén, que se encuentra al lado. Es impresionante, incluso en comparación con el palacio. Pero está en mal estado grave. La pintura está astillada, las piedras rotas, las alfombras rojas raídas. 

El pequeño rey Joash lucha por levantarse en el banco del trono dorado, pero finalmente, con la ayuda de su tío Joiada, se acomoda, con sus cortas piernas colgando frente a él, los pies cruzados en los tobillos. 

¡Entonces este es el nuevo rey! Afortunadamente, su tío es su asesor más cercano y estará allí para explicar la mayor cantidad posible de asuntos reales, guiándolo en sus decisiones. Te sientes seguro de que, debido a la influencia del sumo sacerdote, la adoración a Dios siempre será lo primero.

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